El Dualismo como corriente filosófica desde Aristóteles, pasando por el cristianismo, ha sido caracterizado por la comprensión del ser humano como realidad dividida en dos entidades totalmente separadas que pueden concebirse y existir la una sin la otra: La rex cogitans (mente) y la rex extensa (cuerpo), además de reconocer dos sustancias, una infinita o Dios y otra finita, a su vez subdividida en corporal y espiritual. El cuerpo como mero instrumento de la mente / espíritu, es material y su esencia es la extensión; éste es considerado como objeto y fragmento del espacio visible separado del "sujeto conocedor”. El alma es sustancia espiritual, cuya esencia es el pensamiento. Al alma pertenece el pensar, el cuerpo es una máquina regida por leyes generales de la mecánica.
Esta filosofía que da prioridad a la preocupación por la formación del espíritu y la superioridad del mismo, se posiciona en la construcción del pensamiento racional, que a su vez sienta firmes bases con la formulación moderna del dualismo de Descartes.
“Autores de los distintos espacios disciplinarios, señalan el pensamiento cartesiano, el platonismo, la escisión cuerpo-espíritu Judeocristiana, como los hitos en la evolución occidental de las ciencias y la cultura, que han llevado a concebir los fenómenos y mecanismos de lo que llamamos mente como abstracciones desligadas de una existencia material específica. De igual forma, el cuerpo ha sido reducido al conjunto desarticulado de estructuras orgánicas, despojándolo de su dimensión psíquica, espiritual y social”.
Esta histórica mirada que divide lo humano en cuerpo y mente, como lo expresa Vásquez (1989), tuvo gran repercusión en la fragmentación de las ciencias, abriendo un dualismo epistemológico entre las ciencias de lo físico y las ciencias del espíritu, dando pie a las áreas que estudiarían los fenómenos físicos del cuerpo y aquellas que se dedicarían al estudio de los fenómenos espirituales.
De igual forma los fenómenos de la naturaleza se explicaban de acuerdo con las leyes mecánicas y todo en el mundo material podía explicarse en función de la organización y el movimiento de sus partes. Ese cuadro mecánico de la naturaleza se convirtió en el paradigma dominante de la ciencia en el período que siguió a Descartes. La Educación Física nace, en la Filosofía, con John Locke, en el libro "Pensamientos sobre la Educación" (1693). Antes de él, el término no es conocido en la Filosofía, incluyendo a Platón y a los Griegos; aunque de hecho, la Educación Física nace con el Racionalismo inaugurado por Descartes (1596-1650).
Toda la elaboración de la ciencia mecanicista de los siglos XVII, XVIII y XIX, incluyendo la gran síntesis de Newton, no fue otra cosa que el desarrollo de la idea cartesiana predominante en la modernidad. Esta postura de Descartes que le dio al pensamiento científico su estructura general, ha influenciado y regido de forma determinante los postulados teóricos que han acompañado el desarrollo académico de la Educación Física, convirtiendo a ésta en una disciplina encargada de intervenir en los dominios biológicos corporales y las leyes mecánicas del movimiento en pro de optimizar un rendimiento. La referencia de Arboleda (1996) alude a lo anterior: “... el cuerpo industrial es un cuerpo duro, pesado, medido, intervenido, segmentado, racionalizado, matérico, mecanizado, objetivado, productivo y producido, un cuerpo para ofrecer fuerza de trabajo”.
“La contemporaneidad” está marcada por otras formas de concebir la existencia universal. A partir de finales del siglo XIX y principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX, el hombre y las cosas pasan a estudiarse a la luz de las categorías de la Fenomenología y de la Complejidad desde la realidad de un hombre físico, biológico y antropo-sociológico. Aquí se inscriben entonces una serie de rupturas paradigmáticas que han de marcar de manera relevante las tendencias actuales de las ciencias y disciplinas en especial las sociales y humanas y, entre ellas, la Educación Física, tema que hoy nos ocupa.
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